
Ante el giro obligado hacia el teletrabajo y lo que implica esta nueva forma de vivir, resulta indispensable cuidar nuestra atención consciente para evitar el bombardeo publicitario de internet y enfocarnos en las actividades que nos hacen productivos
Por Juan Ramón Zolla
Desde la aparición de internet, y específicamente desde la llegada de las redes sociales, vivimos con otro enemigo silencioso que apenas hemos sido capaces de identificar. Este no nos quita la vida tan abruptamente como un virus letal, pero nos roba de a pocos algo igual de importante: el tiempo.
La internet -qué duda cabe- es un invento fantástico. Y las tecnologías de información, su soporte fáctico, una conquista sin paralelo que nos ha cambiado y facilitado la vida para siempre. Pero dejando claro el valor universal de las nuevas tecnologías, vamos a detenernos en un aspecto de ellas que merece, cuando menos, algo de reflexión y análisis.
¿Cuántas veces te has sentado frente al computador con la intención de enviar un correo electrónico y al cabo de una hora has caído en la cuenta de que no lograste hacerlo? ¿Y cuántas otras te ha pasado lo mismo cuando lo que buscabas era leer un artículo, completar un informe o revisar un proyecto? Se te pasó el tiempo y no lograste terminar la tarea que te propusiste.
¿Sabes por qué sucede esto? Sucede porque las tecnologías de la información -y la publicidad que en ellas habita- están especialmente creadas para robar nuestra atención y distraernos todo el tiempo. O como dice Oscar Alfonzo Pereyra en su artículo Economía de la Atención: «Todo está optimizado para que la atención quede retenida por el mayor tiempo posible». De esa forma, cada vez que te sientas frente a la pantalla y abres el navegador te recibe un tsunami de estímulos informativos muy bien programados para atrapar tu atención. Notificaciones, llamadas, banners, imágenes, sonidos inundan tu interface para decirte mírame, aquí estoy. La atención humana se ha convertido de esa manera en el principal tesoro en disputa de las millones de empresas domiciliadas en internet.
Así lo confirma además el Internet Health Report 2019 de la fundación Mozilla al asegurar que el gran negocio de las gigantes tecnológicas como Google y Facebook (dueñas del 84% del mercado de publicidad online) es retener nuestra atención a como dé lugar y maximizar nuestra interacción en anuncios y aplicaciones. ¿Por qué? Porque “el fin último de esas empresas es aumentar los ingresos procedentes de los anuncios y para eso tiene que haber usuarios conectados a las plataformas y dispuestos para dar click en ellas”.
La fundación ha hecho también un serio cuestionamiento a los desarrolladores de aplicaciones de estas empresas y les ha pedido abstenerse de utilizar “trucos de diseño” para estimular indebidamente la atención de los usuarios, porque -aseguran- eso produce comportamientos adictivos.
En una entrevista concedida al diario El País hace unos días, el profesor y ensayista de la universidad de Columbia Timothy Wu, quien transita en la misma línea de defensa, aseguró que vivir como uno quiere tiene mucho que ver con mantener el control de tu atención y de tu tiempo. El experto en medios y tecnologías de información, autor de “Comerciantes de atención: la lucha épica por entrar en nuestra cabeza”, ha expresado públicamente su preocupación porque ahora vivimos como ludópatas y, frente a las pantallas, terminamos haciendo cosas que no queremos: “Nuestras vidas se han transformado en mercancías, tanto que hasta hablar con un amigo se ha convertido hoy en un modelo de negocio para las redes sociales”.
El deterioro cognitivo
Para entender lo grave que es perder la atención con demasiada ligereza -y por lo tanto el tiempo- será bueno conocer primero para qué sirve y, de esa manera, notar si la valoramos un poco más.
La atención es una función neuropsicológica que precede a la percepción, el pensamiento y la acción. Se trata nada menos que del principal mecanismo regulador de la entrada de información al cerebro. Y también de su procesamiento. Cuidar esa valiosa capacidad neurocognitiva significa, por lo tanto, mantener el control para concentrarse en aquello que nos hace verdaderamente productivos.
También es bueno reconocer que, de toda la información disponible en el medio externo e interno, sólo somos capaces de procesar una pequeñísima fracción y en un tiempo determinado.
¿Qué pasa entonces con nuestra capacidad de atención cuando la exponemos al excesivo uso de internet y sus aplicaciones?
Según Nicholas Carr, autor de otro libro igual de recomendable The Shallows: What the Internet is doing to our brains, el principal riesgo cognitivo es que la transferencia de información de la memoria a corto plazo a la memoria de largo plazo queda seriamente afectada ya que, “sin atención plena, el proceso no se puede llevar a cabo”.
Carr sostiene que “nuestro cerebro se ha habituado a buscar información rápido, usarla rápido y olvidarla a la misma velocidad, cosa que impide construir conocimiento”.
Para el investigador estadounidense vivir en un estado perpetuo de distracción e interrupción en internet afecta a la consolidación de la memoria.

Otras investigadoras como Elena Sanz, psicóloga clínica de la Universidad Complutense de Madrid, en un artículo publicado en febrero de este año ha alertado que los efectos de una sobreexposición a internet terminan produciendo:
- Pérdida de la atención sostenida (que es la incapacidad para mantener la atención sobre un mismo estímulo por un tiempo prolongado)
- Pérdida de recursos cognitivos (para qué pensar si internet lo hace por ti)
- Aumento de los niveles de estrés por la saturación de información.
Como se puede apreciar, no resulta buen negocio tomarse a la ligera el uso indiscriminado de internet. Lo que sí favorece es utilizar las TI con un sentido responsable, aprovechando sus infinitos recursos para la colaboración y el conocimiento (inteligencia colectiva le llaman) y poniendo en práctica un conjunto de estrategias que ayuden a redirigir la función neurológica de la atención consciente (la psicología le llama atención voluntaria) porque es la piedra angular de los demás procesos cognitivos que se desarrollan en el cerebro.
En la siguiente tabla encontrarás un resumen de las estrategias más efectivas recomendadas por expertos para mejorar la atención consciente y la productividad laboral. Yo utilizo varias de ellos, funcionan.
ANTES DEL TELETRABAJO | DURANTE EL TELETRABAJO | DESPUÉS DEL TELETRABAJO |
Hacer un planning (check list) del día | Apagar todas las notificaciones | Leer una hora al día libros físicos (efecto neurológico positivo sobre la atención y la memoria) |
Fijar horarios (rutina) | Apagar el celular o ponerlo en modo avión | Ejercicio 45 minutos al día (optimización de la función neuronal) |
No prender la PC antes de tener claro para qué | No abrir Chrome ni otro navegador mientras esté concentrado en las tareas | Dormir de 6 a 9 horas |
Estar listo para sus reuniones 15 minutos antes | Reservar horas fijas para leer correos y noticias | Socializar, buscar el diálogo con amigos y familiares (Libera oxitocina y dopamina) |
Ordenar el área de trabajo y verificar que no falte nada | No usar redes sociales mientras se trabaja. Nada allí sirve en ese momento. | Alimentación balanceada y rica en vitamina B |
Controlar la ansiedad | Si hay ansiedad masticar algo (cereales, frutos secos) y beber líquidos fríos |
En tiempos de teletrabajo, obligados por las circunstancias y afectados por los altos niveles de estrés que produce el encierro, necesitamos más que nunca prestar atención a nuestras capacidades intelectuales. Y cuidar de ellas es una obligación, no una opción. (Artículo escrito en junio de 2020)